Caía una suave lluvia de Domingo de mierda, gris triste y resacoso, ya sabes, lo de siempre. Con una leve diferencia, ese domingo tocaba Gatillazo, la banda del afamado cantautor gallego Evaristo Perez, famoso él por sus incisivas y ácidas letras en contra de la sociedad y todos sus derivados. Si señores el cantante de La Polla, en vivo y en directo, acá a solo unos metros de tu nariz!. Hacia unos día ya que había decidido no concurrir a la festichola, fué un segundo de lucidez "400 pesos ni a palosssss", y es que el sábado tocaba yo con unos amiguetes y preferi desbundarme la plata en las cosas que a mi me gustan hacer por las noches. Seguro que me merecía ir mucho más que algún pendejito boludo careta que pago la entrada, porke yo realmente la curti y me delire noches enteras jalando gasoil en mi cuarto poniendo una y otra vez carne pa la picadora una y otra vez, y alguna lágrima corrió, y pensé que ese tipo era un ser de extraordinaria lucidez que me hablaba a mi y a mi generación, pero los goles no se merecen papá se hacen. Aparte siempre existía la posibilidad de colarse, una manera mucho más punki de concurrir a tamaña celebración de punki roc, sobre todo si era el Teatro de verano, pero, noticia de ultimo momento, el toke se corria a un bolichete de punta gorda por el temor a la lluvia, dicho establecimiento era un bumker de máxima seguridad impenetrable, de seguro iba a correr sangre, la cosa empezaba a oler encantadoramente mal.
Es así que eran como las 8 y yo me debatía entre tirarme hasta punta gorda o no, ya unos amigos habían claudicado, cuando me manda unos mensajes viloria diciendome que la puerta ardía cual Kosovo, que la gente quería entrar y empezaban a caer los ratis, que lloviznaban botellas, que fuera, que no me perdiera la movida. Corrí hasta la parada, chape el 60 y enfile a toda velocidad, de seguro se armaba bardo, cuando pasa esto, se abren segundos de posibilidades mágicas para colarse, si uno esta lo sificientemente lucido como para encarar la situación (yo estaba de resaca por ende no había ni una gota de alcohol en mi cuerpo), de ultima si no pintaba entrar, me tomaba un par de vinos y me volvía pancho para casa.
Viloria me manda un mensaje que se había corrido de la puerta, que no pasara por ahi porke se estaban llevando gente, que nos encontrabamos a unas cuadras. El 60 me dejo en la eskina, pase por ahi para ver que onda, el pescado ya estaba vendido, los nenes bien que habían pagado la entrada estaban adentro disfrutando de las sabias palabras que escupía su ídolo, y los destroy que querían usar la fuerza para verlo estaban o en naca o corriendo todavia a unas cuadras de allí, lo único que quedaba era algún borracho vociferando desde el piso y muchos policías en sus respectivos moviles.
Empezaba a caer una lluvia de verdad, soreta, cuando me encuentro con Viloria y tres individuos más, amigos casuales producto del acontecimiento, parias haciendo correr un vino, pibes en fin. Viloria me relata la película mientras uno de los susodichos se desayuna historias increíbles acerca de su vida, de lo crack que era en acción, o sea, un pesado en potencia, un banana sin igual. Uno de ellos, el más calladito es el que atrae mi atención, siempre me gustó la gente que practica el arte del silencio, fumabase él su tabaco con aire pensativo y oriental. La idea era esperar a los amigotes que habían entrado al chow, relojear si ocurría alguna otra cosita, escabiar hasta que ya no quedaran metálicos. A lo lejos suena el acorde de alguna canción podrida. Cerca la voz del pesado que no para de contar historias de superheroes y afines. Lejos mi cama deseosa de devorarme. ¿Soy un tonto o lo eres tú? Tutututtururu.
Es así que eran como las 8 y yo me debatía entre tirarme hasta punta gorda o no, ya unos amigos habían claudicado, cuando me manda unos mensajes viloria diciendome que la puerta ardía cual Kosovo, que la gente quería entrar y empezaban a caer los ratis, que lloviznaban botellas, que fuera, que no me perdiera la movida. Corrí hasta la parada, chape el 60 y enfile a toda velocidad, de seguro se armaba bardo, cuando pasa esto, se abren segundos de posibilidades mágicas para colarse, si uno esta lo sificientemente lucido como para encarar la situación (yo estaba de resaca por ende no había ni una gota de alcohol en mi cuerpo), de ultima si no pintaba entrar, me tomaba un par de vinos y me volvía pancho para casa.
Viloria me manda un mensaje que se había corrido de la puerta, que no pasara por ahi porke se estaban llevando gente, que nos encontrabamos a unas cuadras. El 60 me dejo en la eskina, pase por ahi para ver que onda, el pescado ya estaba vendido, los nenes bien que habían pagado la entrada estaban adentro disfrutando de las sabias palabras que escupía su ídolo, y los destroy que querían usar la fuerza para verlo estaban o en naca o corriendo todavia a unas cuadras de allí, lo único que quedaba era algún borracho vociferando desde el piso y muchos policías en sus respectivos moviles.
Empezaba a caer una lluvia de verdad, soreta, cuando me encuentro con Viloria y tres individuos más, amigos casuales producto del acontecimiento, parias haciendo correr un vino, pibes en fin. Viloria me relata la película mientras uno de los susodichos se desayuna historias increíbles acerca de su vida, de lo crack que era en acción, o sea, un pesado en potencia, un banana sin igual. Uno de ellos, el más calladito es el que atrae mi atención, siempre me gustó la gente que practica el arte del silencio, fumabase él su tabaco con aire pensativo y oriental. La idea era esperar a los amigotes que habían entrado al chow, relojear si ocurría alguna otra cosita, escabiar hasta que ya no quedaran metálicos. A lo lejos suena el acorde de alguna canción podrida. Cerca la voz del pesado que no para de contar historias de superheroes y afines. Lejos mi cama deseosa de devorarme. ¿Soy un tonto o lo eres tú? Tutututtururu.
(Entrada sin terminar porke es vieja y la tenía en borrador) (Me aburrí también).